martes, 28 de mayo de 2013

Agua y sal


¿Qué es la civilización? ¿Qué son las estructuras sociales? ¿Qué sentido tiene crear las estructuras, sobre las que están cimentadas nuestras ideas y nuestro mundo? ¿Puede el mundo sostenerse sin todo lo que hemos creado? Cuáles son las respuestas que nos dan los sociólogos o los filósofos... pero, y, ¿si ésto no fuera más que un espejismo, para olvidarnos del enorme vacío que nos rodea y nos amenaza constante y permanentemente?
Hemos creado casas, edificios, puentes, ciudades y todo para sentirnos parte de algo, para sentir que tenemos un hogar, que estamos protegidos, pero de qué. Es que el mundo salvaje de afuera nos asusta, tenemos miedo de que lo salvaje de afuera, entre en nosotros. Y que es lo que hay afuera sino un enorme masa de nada, de vacío, incluso en analogía con el universo mismo, afuera del planeta Tierra, lo único que hay es una extensión de infinito, vacío y soledad. Lo que vive afuera es el completo desamparo de la falta de normas, de la falta de racionalidad y de sentido.  La gente se siente más segura mientras más sólidas sean las estructuras en las que se desenvuelve constantemente, mientras más sólidos sean los modelos, las leyes, la sociedad. Porque le da la sensación, de que este lugar en el que vive, no es solamente un refugio, sino es, verdaderamente un hogar; es, su hogar; en el que puede sentirse pleno y seguro.
Es la sensación de que esto, creado por el hombre, es eterno y no sólo sirve para un rato, sino que es para siempre, y siempre que se busque, estará ahí para nosotros. Esta es la promesa de nuestra civilización, en la que confiamos todos los días, que nos protegerá para siempre, que nunca nos defraudará, que siempre que la necesitemos y aún cuando no, estará allí para darnos seguridad y paz.
Pero, y si todo fuera una ilusión, que pasaría si en lo que confiamos, con la sencillez de la costumbre de la vida cotidiana, nos defraudara un día. Vivimos tan inmersos en este clima de comodidad por la vida civilizada, que nos hemos olvidado que en realidad, este no es nuestro fin, que sólo estamos de paso, que nuestra meta es trascender nuestras fronteras terrenas, hasta llegar a lo divino, a Dios. Y qué pasaría si un día todo en lo que hemos puesto nuestra confianza, se derrumbara. Al fin y al cabo toda esta creación, tardó siglos en llegar al culmen, que es, donde estamos ahora, todas las comodidades y herramientas a nuestro servicio, como en ninguna época anterior. Todo el desarrollo tecnológico en nuestras manos. Es ahora cuando debemos comenzar a pensar, que se hará cuando lleguemos al punto de no retorno, cuando se consuma nuestra energía, cuando la guerra haga su aparición una vez más en el mundo, cuando los recursos naturales, con los que hemos subsistido, comiencen a escasear, cuando la tolerancia del siglo se desvanezca de la misma forma que apareció; cuando lo salvaje de afuera, entre en nosotros. Y qué nos ocurrirá entonces a nosotros, como comunidad, como humanos, que buscamos siempre lo que mejor nos conviene.
No estamos atados a esto, no tenemos porqué depender todo nuestro vivir, de lo que nos rodea, de las estructuras invisibles, que en cierto modo actúan en nosotros de manera automática. El único límite, que impide que pasemos de lo civilizado, a lo salvaje y que comencemos a andar por ahí, haciendo lo que nos dé la gana, o robar lo que se nos antoje, o empezar a destruir todo, y que el caos sea general; es precisamente el ambiente que hemos creado, esto que se llama civilización; esta estructura invisible, que rige todo lo que llamamos creación humana y sociedad. Pero no tiene que ser eso lo que nos rija, porque es una barrera muy delgada y cualquier cosa la puede romper, pues el hombre, siempre quiere ser libre.
Lo que tiene que regir nuestra vida, de principio a fin, no son las normas, las reglas, la sociedad, el que dirán, el miedo, la vergüenza, la costumbre, la desesperanza, etc.
Tiene que ser, lo verdaderamente sólido, lo que es eterno, lo contrario a lo temporal, lo que nunca muere, lo que es para siempre, eso es DIOS, siempre DIOS. Y cuando como humanidad, hayamos entendido esto, quizá entonces la civilización, no sea un espejismo, sino la herramienta para desarrollarnos como personas.
La desmaterialización de nuestra sociedad es, un proceso inevitable: si no comenzamos a hacer algo, veremos lo que muchos pueblos en la tierra han visto. Pues así como han caído todos los grandes imperios invencibles, como, el imperio egipcio, romano, babilónico, el gran imperio austro-húngaro, el imperio otomano, el imperio socialista; así también caerá la sociedad moderna, con todo su esplendor y sus maravillas modernas tecno-científicas, todo se desmoronará. Pero no será para nuestra ruina, sólo es para despertarnos, porque hemos estado dormidos demasiado tiempo...
(Reflexión inspirada en libro “El señor de las moscas” de William Golding)

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