La esencia de la civilización
Existen diversas teorías que nos llevan a imaginar, cómo debería ser la civilización ideal. Se han escrito libros que hablan de una utopía, de un lugar en el que cualquiera quisiera vivir. Filósofos como Platón han descrito la ciudad ideal. La ciudad de nuestros sueños.
Pero ¿de verdad es posible que exista algo así? ¿como humanos no estaremos forzando demasiado nuestra imaginación, llevando nuestras imperfecciones y limitaciones a un lugar cómodo, donde puedan parecer menos graves?
Se dice que al principio de los tiempos, existió una ciudad muy antigua llamada la Atlántida, la cual, tomó Platón de ejemplo, para verter todas sus ideas de cómo debía ser la ciudad ideal, como debían ser los gobernantes y las jerarquías, las estructuras y la población. No podemos saber si ésta ciudad era perfecta o no, o incluso si existió, pero podemos imaginarla, como el principio de una ciudad perfecta.
Ahora, si suponemos, que si era una ciudad perfecta y existió (que ya están encontrando evidencia científica de restos de una ciudad hundida), podemos sugerir, apoyándonos en la historia, que no ha existido otra ciudad perfecta como la Atlántida. Pues todas las ciudades o civilizaciones que conocemos, han tenido errores. Pero cuál es la diferencia, lo que hace que esa ciudad sea perfecta y la nuestra no. Quizá la principal sea, que sólo es un cuento. Pero quizá sea algo más relevante, algo que no alcanzamos siquiera a imaginar, debido a nuestro conocimiento limitado. Y si es así, entonces eso, que no alcanzamos a comprender, ¿lo podríamos traer aquí, a nuestra época y hacer de la ciudad perfecta, una realidad?
Y ¿cual es, en realidad el ingrediente principal de una ciudad perfecta? ¿cómo se define? ¿como debe ser? La respuesta no es tan sencilla, pues cada quién tendría su propia definición. Algo en que la mayoría coincidiría es que la ciudad debiera ser armónica por naturaleza, es decir, nada de hipocresía, ni cosas ocultas. Una ciudad en donde la gente de verdad se conociera y amara.
Si ésta es una ciudad ideal y lo sabemos, ¿por qué seguimos comportandonos como se nos da la gana y no como quisiéramos que fuera?. Igual que sucede con la mayoría de las familias, sabemos cuáles son las características para ser una familia armoniosa, pero no tenemos ni la menor idea de cómo empezar a llevarlas a cabo. Si esto sucede con las familias, que son las células de la sociedad, entonces la sociedad en sí ya está mal.
Ahora, ¿existe una manera de revertir todo esto? es decir, ¿de volver a tener la esencia que tuvo en un principio la Atlántida?. Quizá, la razón por la cual, todavía no somos capaces de poner en práctica todo esto, de ser la persona, la familia, la sociedad que quisiéramos un día ser, es porque nos hace falta ésto, que tenía muy claro la antigua civilización.
Si suponemos que existió una ciudad, que tenía todas las cualidades buenas, que quisiéramos para nosotros mismos, pero, no somos capaces de hacer realidad; entonces vamos a decir, que ésta primera civilización, es la madre de todas nuestras culturas conocidas, desde la prehistoria. ¿Por qué? porque si suponemos, que todos nuestros deseos de ser cada día mejores, los tenía una cultura muy antigua a la nuestra (pero que por alguna razón todo eso se perdió con ellos) significa que lo que ellos perdieron, pudo ser nuestro, de no ser, porque no les importó conservarlo y lo que anhelamos es una forma de recordar, o imaginar lo que pudimos ser, o podemos llegar a ser.
Es como unos padres que le cuentan a su hijo, que él desciende de sangre noble, y que en tiempos de sus tatarabuelos, tenían una casa que era un palacio, y se rodeaban de gente igual de noble. El niño siempre anhelará tener esa vida, porque actualmente todas sus riquezas, son sólo un recuerdo, y siempre tendrá esa sangre “pura”, que le impulsará a comportarse como sus abuelos y tatarabuelos, para alcanzar esa riqueza perdida.
Si ésto es así y poseían las características que nosotros deseamos: de que entre ellos se amaban y vivían en perfecta armonía con la naturaleza, entre ellos, consigo mismos y con Dios, entonces llegamos aquí al punto central de nuestra discusión.
Este vivir en armonía con la creación y con los demás seres humanos no se dio por casualidad, ni por puro azar, ni porque sí, tuvo que existir algo o alguien que les hiciera comprender. Comprender que: para estar en armonía consigo mismos, tiene que haber un perfecto conocimiento de uno como persona individual. Para estar en perfecta armonía con los demás, tiene que haber un conocimiento verdadero de la humanidad, como sociedad que se mueve siempre hacia un fin, un objetivo en común; tienen que saber perfectamente porque están en la tierra, cuál es su objetivo, quién los puso allí, de donde vienen.
Para estar en armonía con la creación, deben comprender su objetivo, cuál es su causa y su razón de existir, ésto es, la razón de existir de la naturaleza, del viento, del mar, de la tierra, de los animales y finalmente del universo como un todo.
Y finalmente para estar en armonía con Dios, se tiene que saber que todo viene de él, que él es el sumo bien que los creó, que les dio la vida, el sustento, los deseos, sus potencias y todo lo que ven sus ojos.
Entonces decimos que éstas personas tenían un conocimiento profundo de todo cuanto los rodeaba y no les faltaba nada. Que ellos tenían a Dios en el centro de sus vidas, que para él vivían. Que Dios era Todo en todos. Que su vida era para servirlo y adorarlo, y por lo tanto, todo tenía su justo orden, su justa belleza, su justa armonía.
Y verdaderamente, el universo era bello y no había dolor, ni enfermedades, ni la naturaleza estaba desequilibrada, ni creaba desastres.
Esta es la razón por la cuál, no podemos llevar la vida, o la sociedad que quisiéramos, pues todo a nuestro alrededor está invertido, confuso, desequilibrado. Dios no es nada para nosotros, ni significa nada. Y así se pierde todo lo que hay de bello en la creación, lo que debiera ser nuestro fundamento, se convierte en nuestra carga y así la civilización está en decadencia y lo que queda, es el medio para convertirse en tiranos de nuestra propia casa y de nuestra propia especie.
La civilización perfecta se puede conseguir una vez más y se puede llegar a crear, pero no será por medio de la violencia o la ciencia, será como siempre fue: Dios será Todo en todos...